Durante los últimos años la movilidad sostenible ha sido dominada por los coches eléctricos e híbridos pero, en el 2015, se presentó una alternativa real a estos vehículos, eliminando sus inconvenientes y sumando las ventajas de los combustibles tradicionales: el coche de hidrógeno.
Los vehículos de hidrógeno funcionan con una pila de combustible que transforma el hidrógeno en electricidad para circular de forma limpia y silenciosa, pero con el plus de que recargarla es un proceso similar al de echar gasolina.
A pesar de que durante un tiempo se pensó que el hidrógeno marcaría el futuro de la movilidad sostenible, esta tecnología también se enfrenta a obstáculos importantes ya que al igual que ocurrió en sus inicios con los coches eléctricos, la escasa infraestructura disponible y los precios elevados están frenando su expansión.
Además, en el mercado de segunda mano apenas hay oferta de coches de hidrógeno, lo que complica aún más su adopción por parte de los conductores que buscan alternativas sostenibles a un precio accesible.